Umanoides


Sentimientos by umanoideabstraccióndecharco
enero 2, 2011, 5:20 am
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¿Es correcto que diga que una emoción es la manifestación de un sentimiento? Me tranquiliza pensar eso, pues apenas experimento emociones que no sean de indiferencia y de apatía.

Me pasa que a veces quiero, la mayoría del tiempo no lo hago. Cuando quiero es cuando me quiero, mientras estoy a gusto conmigo a causa de que, en ocasiones, me decido a obrar por voluntad propia. El hacer y el querer están íntimamente relacionados, el que empieza por no desear acaba haciendo de ello un hábito, siendo que incluso ya ni siente por las personas que le rodean. Y si por arte de magia llega a tomar contacto con la vida y consigo, lo disfruta más que cualquier otra persona acostumbrada a querer.

Si me preguntaran qué es para mí la felicidad, diría que, casi sin lugar a dudas, felicidad significa querer y hacer. El querer nos hace humanos y, el hacer, más reales a nuestros propios ojos. Trato de convencerme de que tengo sentimientos hacia las personas, por borrosos que sean, a fin de quedarme yo más tranquilo conmigo. No corresponder en el querer es peor que no ser correspondido, porque para no ser correspondido uno ha tenido que querer antes, ¿y existe algo más fundamental que eso?

No entiendo a aquellos que dicen que preferirían no sentir, ello me parece negar la vida directamente. En ningún momento de mi vida decidí dejar de tener deseos de algún tipo, pero se me ha negado el tenerlos. Hay quien se queja de que nunca consigue lo que quiere, y esto le parece una injusticia, pero yo digo: ¿no es más injusto no querer? Si algo que quiero no me es dado, ¡qué alegría supone ya el haber querido!



Vejez by umanoideabstraccióndecharco
diciembre 27, 2010, 4:34 am
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A juzgar por el estado en que me hallo a esta edad, en esta época sombría de mi vida, me atrevería a decir que si alguna vez enfermase gravemente, no sería sino por el transvase hacia el cuerpo de la negrura de mi mente. No padezco males propiamente físicos, pero sí síntomas físicos provocados por ese derramamiento de aquello de putrefacto que habita en mi alma. Me pienso a una edad ya avanzada y no puedo más que imaginarme dentro de una tortura aun más fuerte que la presente, y, por ende, con síntomas de muerte más poderosos.



Energía by umanoideabstraccióndecharco
diciembre 4, 2010, 3:26 am
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A lo largo de una jornada, ya sea pasando el tiempo realizando una labor física o no realizando nada productivo, la energía experimenta altibajos en personas de salud normal. Sin embargo, las personas con una salud quebradiza y endeble, en ocasiones experimentan un cambio en su estar y en su propio sentirse, produciéndose en ellos un gran excedente de fuerza. En tales momentos, en lo último en que se piensa es en compartir tal sobreabundancia, sino más bien en disfrutarla a solas, observando con la mente y el cuerpo el fenómeno. En ese sentido nos volvemos egoístas, pero también más curiosos, pues las causas del fenómeno quedan ocultas en nuestro subsuelo íntimo. A este sentimiento de poder se le une el de congoja, ya que se sabe que en cualquier momento la salud volverá a ablandarse, lo cual no sería motivo de miedo si se conociese el contenido del subsuelo.



Memorias del sótano III by umanoideabstraccióndecharco
enero 14, 2010, 5:34 am
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Señores, ésta es mi terapia, así pongo yo en calma mis oleajes más íntimos, así callo yo a mis fantasmas, así hago yo que mis tormentas dialoguen con la más serena de mis aguas. De lo escrito anteriormente y con la ayuda de Nietzsche, la conclusión a la que llego es que para vivir bien se necesita de la buena salud, de un estado de ánimo que no le haga a uno encorvarse hacia la tierra como si la muerte reclamase nuestro oído. Tampoco es solución el mirar hacia arriba, pues esto ha producido en la historia del ser humano la tortícolis del espíritu más tortuosa jamás vivida.

Esa mirada cansada en vertical, esa reverencia y a la vez súplica a lo que está fuera de la vida misma es lo que precisamente hizo que ésta empobreciese: la vida no era más que el preludio a lo real, era considerada como digna de ser sacrificada incluso aun cuando esto supusiera la más radical muerte en vida. Pero no seguiré por este camino, Nietzsche ya lo explicó con una voz cuyos ecos hicieron polvo hasta la más firme de las creencias en lo extraterreno.

Hombres de acción y hombres de rigurosa conciencia, esa fue la distinción que estableció Dostoyevski en su escrito corto “Memorias del subsuelo”. A mi parecer, no es que en el hombre de conciencia haya un exceso de reflexión y en el hombre de acción haya una escasez, no. El hombre de las profundidades reflexiona cuando no debe hacerlo, y esto es lo que le diferencia del hombre de acción: éste piensa justo cuando las circunstancias lo reclaman, es la vida la que le arranca la reflexión y no al revés.

A menudo me hallo en el camino que separa a estas dos clases de hombres, también a menudo me encuentro en uno de los extremos, pero la vuelta al camino se me hace inevitable: mejor es estar en el camino que permanecer en el extremo más carente de vida en sentido propio. Pero, ¿qué hacer para llegar a poner en funcionamiento mi engranaje de hombre de acción? ¿Existe una fórmula racional para ponerlo en marcha? ¿O sólo se trata de voluntad? Casi no me cabe duda de que la voluntad es el motor principal de tan magna empresa, con eso debería  bastar.

Ahora bien, ¿cómo activar la voluntad que desencadenará el resto de procesos fisiológicos por el que me será lícito y placentero “hacer” y “desear”? Señores, es cierto que a veces he llegado a sentir una gran liviandad en mi acción y en mi pensar, de ello he sido consciente. Pero, ¿qué fue lo que hizo que todo en mí comenzara a rodar como si la vida apenas me presentase rozamiento? ¿Qué fue lo que me hizo deshacerme de esa sensación de lentitud y de gravedad? Quizá algo similar al rebuzno de un asno.[1]

Llegados a este punto, ¿es cuestión de voluntad? ¿O más bien este estado de ánimo es el resultado directo de ciertos procesos fisiológicos necesarios?[2]


[1] DOSTOYEVSKI, Fiodor, El idiota. Madrid: Alianza Editorial, 2007. Cito textualmente: “Acababa de sufrir una serie de ataques muy violentos y cada uno más que sufría, cada recrudecimiento de mi enfermedad, tenía la virtud de sumirme en una atonía completa. Entonces perdía la memoria en absoluto, y aunque mi espíritu permanecía despierto, el desarrollo lógico de mi pensamiento quedaba interrumpido, si vale la expresión. No me era posible unir entre sí más de dos o tres ideas. Cuando los accesos pasaban, me sentía tan bien y tan fuerte como ustedes me ven ahora. Recuerdo que sentía una tristeza insoportable, que tenía ganas de llorar, que estaba siempre inquieto y, en cierto modo, como asombrado. Me encontraba extraño a cuanto veía. Sí, extraño de un modo que me anonadaba. Y me acuerdo de que ese marasmo se disipó del todo al llegar a Basilea, en Suiza. La circunstancia que lo eliminó fue el  hecho de escuchar el rebuzno de un asno que se hallaba tendido en el suelo, en la plaza del mercado. El asno me impresionó extremadamente; su vista me causó, no sé por qué, un placer extraordinario… Y mi cerebro recobró en el acto su lucidez.”

[2] BAROJA, Pío, El árbol de la ciencia. Madrid: Caro Raggio/Cátedra, 2004. Cito textualmente: “Andrés pudo comprobar que el pesimismo y el optimismo son resultados orgánicos como las buenas o las malas digestiones.” Ésta es la tesis que yo defiendo en vista de la imprevisibilidad de los cambios en mi ánimo.



Memorias del sótano by umanoideabstraccióndecharco
agosto 4, 2009, 6:31 am
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Reconozco que la idea de escribir algo era mucho más atractiva mientras me fumaba un cigarro en mi cocina de luz inmaculada. Mi lugar… esta silla, este monitor, esta habitación, no me prometen grandes cosas. Ya se encarga de las promesas la imaginación.

Qué tarde es, ¿no? Debería estar durmiendo como las personas saludables y equilibradas, el sol es quizá el motor inmóvil más plausible (por no decir el único), pero me resisto a cambiar este hábito de trasnochar para, así, fotosintetizar mis fuerzas dormidas y torturadas en la más magnánima de las inercias.

Les voy a confesar algo. Tan sólo he venido al mundo para conocer y sobrevivir a mí mismo, ¡eso es todo! Qué ridículo es intentar ser otro, ¿verdad? Imagino a cualquiera de ustedes poniendo todo lo necesario para ser otro y, francamente, se me desencaja la mandíbula. ¡Qué tontería eso de querer ser otro! Uno sólo puede ser más de sí mismo, pero no otro, porque… ¿qué otro albergamos sino el que llevamos conociendo desde que tenemos conciencia? A la historia del individuo me remito, en este caso, y para aumentar el egocentrismo en que se sustenta este post,  a mi historia.

¿Alguna vez alguno de ustedes  ha sentido su propia esencia? Algunos habrán torcido el gesto después de leer mi interrogante. No me extraña en absoluto, yo lo habría hecho si alguno de ustedes hubiese preguntado algo referido a una postura del Kamasutra. Es posible que mi desdén hacia su pregunta sea equivalente al de ustedes hacia la mía. Me estoy desviando del tema, les pido disculpas.

Mi esencia es la de un hombre que sólo ha venido al mundo a contemplarlo y a pensarlo, jamás se me ha pasado por la cabeza que yo pueda cambiarlo y, ni mucho menos, que sea posible curar su cáncer. Antes de que una idea acerca de algún acto heroico pase por mi mente, se me derretirá el cerebro de tanto pensar en cómo seguir viviendo sin hacer nada. ¿Pero acaso no albergo en mi naturaleza la posibilidad de actuar como todo hombre de acción? ¡Claro que sí! Mi naturaleza es tan completa como la de cualquier otro hombre de a pie, pero entonces… ¿por qué no abarco toda ella en lugar de quedarme sólo con una mitad? Confío en que gran parte de mis lectores no esperase una respuesta a este interrogante. Aquel que me conoce medianamente sabe de sobra que no tengo respuestas para mí, pero también sabrá que me esfuerzo con verdadera voluptuosidad en tan sólo descubrir la primera palabra de ésta.

¡Qué tarde es ya!  Me voy a desayunar antes de irme a dormir.



Cambio de imagen by umanoideabstraccióndecharco
abril 12, 2009, 6:58 pm
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Creo que nuestro Sistema Solar necesita un cambio de imagen de cara a sus relaciones interestelares.

Por ejemplo, si fueras una raza alienígena hostil, ¿cuál de estos dos planetas atacarías?
earth

O este…
earth2

El imponente nombre «Megalón 14» implica que hemos agotado los recursos de al menos otros 13 planetas, y que hemos dejado a nuestras espaldas sus cáscaras humeantes.

La Luna tendría un cambio parecido.
moon2

He aquí a un astronauta de Megalón 14 conquistando la luna imperial Zylox en la nave de asalto planetaria «Portador-del-Miedo 9500». Materias primas de Zylox serán extraídas y usadas para complacer las retorcidas ambiciones del Imperio Megalón.
conquer

Esta es una imagen de la lanzadera espacial de ataque «Hostilidad» del imperio Megalón, la cual es usada para transportar plataformas de armas de alta potencia a la órbita alrededor de Megalón 14.
shuttle

Con unos cambios sencillos y sin costes como estos, otras civilizaciones esparcidas por el espacio se lo pensarán dos veces antes de invadir nuestro planeta.

Fuente original: http://traipse.com/upgrade/



Destino y sentido by umanoideabstraccióndecharco
febrero 9, 2009, 3:21 am
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Empecé a pensar sobre ambos términos porque me di cuenta de que usan las mismas letras, pero en diferente orden. Mi intención no es hacer de la cuestión un «lecho de Procusto», sino que, en cierto modo,  concibo ambos términos de modo análogo.

Por desatino destino se entiende (dejando fuera de juego a la muerte), a mi parecer, el acto último al que conducen los actos que le anteceden.  O dicho de otra forma, relación de causas y efectos que encuentra su cumplimiento último en tal acto. Así, la justificación de esa serie de actos se halla en el destino al que iban dirigidos. 

La intención o sentido (no destino) de este post no es otro que el de desproveer al destino del carácter típicamente determinista, para hacerlo coincidir con el mismo carácter voluntarista que encierra la palabra sentido.

La vida no tiene sentido, es cierto, pero sí las personas. Pero tampoco aquí me estoy refiriendo a un sentido último, sino a un sentido que está en continuo hacerse y deshacerse, siendo esto y luego lo otro. Es pura potencia o dynamis, en tanto que en todo momento es susceptible de adoptar un nuevo objeto al que referirse. Es cierto que existe un destino común a todo viviente, aunque prefiero llamarlo «destino biológico» más que destino en sentido humano.

La existencia de un individuo se compone de una sucesión de sentidos, los cuales no hacen que el hombre esté donde tiene que estar, sino que hacen que el hombre esté donde quiere estar.  Este «querer estar» es el sentido, destino viene a significar lo mismo porque tiene las mismas letras y quiero que sea así, aunque lo más lógico sería decir que el destino queda abolido por esta acepción de sentido que os expongo.  El sentido es como el estado primigenio de toda acción, anterior a la idea y a su proyección, el cual está continuamente cambiando de forma y de objeto al que referirse, y que se materializa en esto o en lo otro (sentido particular). El sentido como ultimidad, como indeterminación inicial,  es el eterno gestante. Es el que alberga la totalidad de posibilidades, que da lugar a múltiples elecciones, ya sea en el período de un minuto, una hora, un día, o la entera existencia. Así pues, la vida humana está colmada no de sentido, sino de sentidos.