Umanoides


La Cantante Calva by umanoidemomo
marzo 4, 2008, 12:08 am
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BOMBERO: Mi cuñado tenía por el lado paterno un primo carnal, uno de cuyos tíos maternos tenía un suegro, cuyo abuelo paterno se había casado en segundas nupcias con una joven indígena, cuyo hermano había conocido en uno de sus viajes a una muchacha de la que se enamoró, y con la cual tuvo un hijo, que se casó con una farmacéutica intrépida, que no era otra que la sobrina de un contramaestre desconocido de la marina británica, y cuyo padre adoptivo tenía una tía que hablaba de corrido el español, y que era, quizás, una de las nietas de un ingeniero, muerto joven, nieto a su vez de un propietario de viñedos de los que obtenían un vino mediocre, pero que tenía un primo segundo, casero y ayudante, cuyo hijo se había casado con una joven muy guapa, divorciada, cuyo primer marido era hijo de un patriota sincero que había sabido educar en el deseo de hacer fortuna a una de sus hijas, que pudo casarse con un cazador que había conocido a Rothschild y cuyo hermano, después de haber cambiado muchas veces de oficio, se casó y tuvo una hija, cuyo bisabuelo mezquino llevaba unas gafas que le había regalado un primo suyo, cuñado de un portugués, hijo natural de un molinero, no demasiado pobre, cuyo hermano de leche tomó por esposa a la hija de un ex médico rural, hermano de leche del hijo de un lechero, hijo natural a su vez de otro médico rural casado tres veces seguidas, cuya tercera mujer…

SR. MARTIN: Conocí a esa tercera mujer, si no me engaño. Comía pollo en un avispero.

BOMBERO: No era la misma.



la decadencia de la mentira by umanoidemomo
febrero 22, 2008, 1:27 pm
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«CYRIL: (Entrando por la puerta al balcón abierto de la terraza): No esté usted encerrado todo el día en la biblioteca, mi querido Vivian. Hace una tarde encantadora y el aire es tibio. Flota sobre el bosque una bruma rojiza como la flor de los ciruelos. Vayamos a tumbarnos sobre el césped, a fumar cigarrillos y a gozar de la naturaleza.

VIVIAN: ¡Gozar de la naturaleza! Tengo el gusto de comunicarle que he perdido esa facultad por completo. Dicen las gentes que el arte nos hace amar aún más a la naturaleza, que nos revela sus secretos y que una vez estudiados estos concienzudamente, según afirma Corot Constable, descubrimos en ella cosas que antes escaparon a nuestra observación. A mi juicio, cuanto más estudiamos el arte, menos nos preocupa la naturaleza. Realmente lo que el arte nos revela es la falta de plan de la naturaleza, su extraña tosquedad, su extraordinaria monotonía, su carácter completamente inacabado. La naturaleza posee, indudablemente, buenas intenciones; pero como dijo Aristóteles hace mucho tiempo, no puede llevarlas a cabo. Cuando contemplo un paisaje, me es imposible dejar de ver todos sus defectos. A pesar de lo cual, es una suerte para nosotros que la naturaleza sea tan imperfecta, ya que en otro caso no existiría el arte. El arte es nuestra enérgica protesta, nuestro valiente esfuerzo para enseñar a la naturaleza cuál es su verdadero lugar. En cuanto a eso de la infinita variedad de la naturaleza, es un puro mito. La variedad no se puede encontrar en la naturaleza misma, sino en la imaginación, en la fantasía, en la ceguera cultivada de quien la contempla.»

Oscar Wilde.



Amor de mi madre by umanoidemanme
febrero 13, 2008, 7:04 pm
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«Tres horas la tuve esperando en aquella plaza. Tres horas que hubiera podido pasar con ella. Mientras me esperaba, aureolada de paciencia, yo, imbécil y fascinado, prefería dedicar mis cuidados a una de esas poéticas damiselas perfumadas, abandonando así el grano por la paja. Tres horas perdí de la vida de mi madre. ¿Y por quién, Dios mío? Por una Atalanta, por un agradable acomodo de carnes. Me atreví a preferir una Atalanta a la bondad más sagrada, al amor de mi madre. Amor de mi madre, a ningún otro semejante.

Por lo demás, de haber perdido yo la fuerza, aquejado de súbita enfermedad, o sencillamente todos los dientes, la poética damisela le habría dicho a su doncella, señalándome, que barriera aquella basura desdentada. O, más noblemente, la musical mocita habría sentido, puramente sentido, y tenido la brusca revelación de que ya no me amaba y de que resultaría impuro no vivir en la verdad y seguir viendo a un hombre a quien ya no amaba. Su alma habría volado en un santiamén. Esas nobles personas aman a los hombres fuertes, enérgicos, resueltos, a los gorilas, en una palabra. Nuestras madres nos aman desdentados o no, fuertes o débiles, jóvenes o viejos. Y cuanto más débiles somos, más nos aman. Amor de nuestras madres, a ningún otro semejante».

Un fragmento de El libro de mi madre de Albert Cohen.