Umanoides


Memorias del sótano VII by umanoideabstraccióndecharco
julio 11, 2010, 7:47 am
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Yo soy el único culpable de mi desdicha. La más valiosa verdad como correspondencia es la consistente en hacer lo que se piensa como forma adecuada de vivir. ¿Qué me importan a mí las verdades cósmicas? Harto difícil es ir en contra de los propios delirios que me hacen pequeño, diametralmente opuestos a las formas dionisíacas de afirmación de la Vida. ¿La Vida es difícil de llevar? Unos casos merecen, con más ahínco, tal calificativo. En mi caso diría: la mente es difícil de llevar, y por eso es ella la que me arrastra.

De forma análoga a una frase de Nietzsche en su Zaratustra, yo digo: estoy excesivamente habituado a pensar, y sólo amo la Vida a través del pensamiento. Yo amo la Vida que me represento, pero no la ejecución que hago de ella y, por ende, tampoco a ella misma. Soy un platónico, ¿existe una fisiología defectuosa tras ello? Algo así decía Cioran: el exceso de razón, la sistematización del conocimiento filosófico como conocimiento de la realidad desde el patio de butacas, eso es señal de una fisiología pobre, de una subjetividad lineal. ¡Ah! Pero, ¿eso me lo he buscado yo? Me conmuevo al pensar en esa Vida que me represento: en ella la conciencia carece de pliegues adicionales, y la razón es puro instrumento al servicio de la Vida y no su fundamento.

En verdad, la razón tiende más a deformar las “esencias” que a hacerlas cognoscibles. Una esencia desvelada únicamente por la razón no es más que uno de sus hijos deformes, como también lo es la razón por sí sola. El resultado de ello es el tener que hacerse cargo de sentimientos que son hijos huérfanos de la razón, esto es, sentimientos que tan sólo pueden hallar consuelo en su viuda pero triunfante madre. La Vida ha muerto, la razón la ha matado.